Acercándonos a Dios
[Sabes que deberías]
Prácticas que necesitan práctica
Los cristianos a través de los siglos se han unido en la búsqueda de prácticas y disciplinas que los muevan a ser amantes de Dios para poder ser hacedores de Dios.
Las disciplinas no son necesariamente cosas en las que te vuelves bueno. El éxito se puede encontrar al encontrar las imperfecciones del yo interior y, por lo tanto, pedirle a Dios que compense la diferencia para que él, de hecho, obtenga el crédito por lo que logramos. El valor de las disciplinas está más en el intento que en el perfeccionamiento. Son cosas en las que luchas. Son cosas que practicas de forma intencionada y persistente. Las disciplinas surgen de la disciplina y la disciplina crece en ti a partir de las disciplinas. Es circular pero con una advertencia de ser fiel a Cristo en cada oscilación del péndulo en el proceso de llegar a ser y hacer.
Sea la persona. Luego, demuestre, con sus buenas acciones, que usted es la persona.
Para realizar disciplinas, no hay suficiente interés o deseo natural en su propia alma. No hay suficiente tiempo o espacio en su horario. No hay suficientes personas a tu alrededor haciéndolos. Hay mucho de tragarse el orgullo, confesar la insuficiencia, reconocer la incapacidad. No obstante, sigue a Dios.
- La disciplina no es necesariamente un regimiento. Tampoco es estriado ni inflexible.
- La disciplina no es fácil ni cómoda. Pero tampoco es demasiado doloroso.
- No es exigente, no está lleno de soluciones.
- La disciplina no se cumple ni hoy ni mañana.
El ejercicio de una disciplina enfrenta la comprensión de dónde estás con el deseo de convertirte en algo más. Al enfocarse en Cristo, le permite ir a otro lugar, moverse hacia Dios, hacer su voluntad.
La atención planta semillas, la persistencia produce frutos.
- DGC
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